Única brigada cubana perteneciente la Empresa de Construcción y Montaje especializado, del Ministerio de la Construcción, formada por nueve hombres desafían las alturas, construyen, demuelen o reparan chimeneas en toda Cuba, pero arriesgan hasta sus vidas.
Algunas torres de los centrales cubanos están muy deterioradas por la falta de mantenimiento y preservación, algo típico por el sistema de centralización económica del régimen socialista de la isla, que va olvidando y abandonando las tareas de preservación de las obras y en especial las de la industria azucarera, que se fueron deteriorando en pasada centuria y durante el presente siglo.
Altas temperaturas (solares y del proceso productivo), lluvia, viento, descargas eléctricas y otros agentes agresivos, terminaron erosionando, agrietando y debilitando el remate de las elevadas torres, con inminente peligro para la seguridad del personal e instalaciones, como consecuencia de desprendimientos de algunos pequeños fragmentos o errores en la aplicación de las medidas de seguridad o deterioro de los medios de protección para el trabajo.
Estos hombres suben como los “desmochadores de palmas reales” —dijo con atinada imaginación un anciano, al constatar la maestría con que aquellos aseguraban progresivamente cables alrededor de la torre y ubicaban elementos de una plataforma móvil, en continuo ascenso, como soporte para conquistar, palmo a palmo, la cima y llevar hasta ella todos los materiales imprescindibles durante la restauración.
Trabajan dando un espectáculo sin precedente de indiscutibles riesgo, suben hacia la cornisa en un desafío a la altura. La construcción de una chimenea o su demolición total se realiza por dentro y fuera de ella, ante el arriesgado panorama de realizarlo, encima de una plataforma de madera, con el vacío debajo, el sol encima y la brisa actuando sobre ellos.
Aún cuando la brigada no dispone de los medios idóneos, actúan con extremo cuidado, lo cual les ha permitido a lo largo de su historial laboral no tener accidentes en las alturas de todo tipo, “entre la punta y el cabo del Archipiélago”.
Indudablemente estos operadores requieren de los útiles de trabajo, para que se les proteja, por su empleo tan peligroso. Ellos necesitan cuerdas, fajas, cinturones de seguridad, casco ajustado, botas protectoras, espejuelos de protección solar y visual, sistemas de andamios y de ascensores exteriores, que les permita proteger debidamente sus vidas.
—Háganos llegar su donación material o financiera para estos trabajadores cubanos que dan hasta vida.—
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